Prácticamente en el único tiro que se dispara en toda la cinta muere el padre de David (Ivo), un niño que queda huérfano con unos pocos meses.
A partir de aquí las tristes vicisitudes por las que atraviesa la vida del joven que es adoptado como cebo por unos sinvergüenzas. Se trata de Baltimore Dan (Johnson) y sus dos hijos, que van de pueblo en pueblo aflojando las bolsas de los incautos que se acercan al carromato donde venden el "Elixir mágico Garra de Oso", jefe indio inventor de la fórmula que "alivia al respiración, espesa la sangre y calma el dolor de huesos".
En las inmediaciones de Sacramento sufre el viejo Dan una especie de infarto y, como no había otro, llaman para que lo asista a Homer Brown (Powell), un médico que no ejerce la profesión y que se limita a pronosticar su muerte inmediata. Acierta. Y acierta también a hacerse cargo de acuerdo con su esposa Samuella (DeCamp) del bueno de David con el que establecerá una estrecha amistad.
En realidad no estamos ante un western propiamente dicho, sino que se trata de un conjunto de aventuras que destilan ternura, dirigidas a un público infantil y a un ambiente familiar. Se destacan virtudes como el cariño, la conformidad con la suerte que nos depara el destino, la solidaridad o la generosidad, mientras se critica con fuerza el engaño, la ambición y la avaricia. El valor de la familia, ahí está el verdadero tesoro.
Los Homer, primo incluido, son auténticas caricaturas con comportamientos erráticos y poco coherentes. Únicamente el joven David presenta una personalidad firme y bien desarrollada. Eso sí, las interpretaciones son bastante correctas. Lo mismo que el guion y la realización.
Como ya se ha apuntado estamos ante una versión libre de Oliver Twist en el Oeste, con sus toques de picaresca y con los engaños de los malos que contrastan con la bondad y sinceridad de David.
En conjunto una película que decepcionará a los amantes del western, pero muy apta para ver en una sobremesa familiar de estilo navideño.