Disney Bill, Buffalolandia, es igual, el Parque temático de Buffalo Bill. El Circo de William F. Cody.
Son listos estos americanos para los espectáculos. En plena conquista del Oeste llevan hasta allí a sus periodistas para "informar" de lo que sucede al otro lado del país. Uno de ellos, un tal McLine (Lancaster), creará la leyenda de Buffalo Bill. Un mito que se comerá al personaje y a su creador.
Por eso, mientras los hermanos Lumière están filmando en 1895 la "Salida de los obreros de la fábrica", al otro lado del Atlántico prácticamente está naciendo el western.
Y la cinta trata precisamente de ahondar en "El mayor espectáculo del mundo" centrado en Buffalo Bill (Newman), olvidando por completo a Cody que para nada interesa. Y es que "Cuando el mundo va mal, los espectáculos funcionan como nunca".
Un buen guion nos muestra las interioridades del mundo del circo y de la farándula en el que todo cabe. Desde el auténtico Toro Sentado (Kaquitts), verdadero "Pequeño gran hombre" mortal adversario de los "blancos", "Enemigos en el 75, amigos en el 86", hasta la estulticia del mismísimo presidente de EEUU, Cleveland (Reynolds), que asiste también al espectáculo.
La realización muestra con acierto las interioridades de ese mundo farandulesco donde nada es lo que parece, con un excelente retrato de los personajes.
Hay parodia, burla, broma, pero también drama. Porque dramático resulta contemplar la dignidad de un gran jefe como Sitting Bull a merced de unos vendedores de boletos y de humo, que "Una roca deja de serlo cuando se convierte en grava". Enorme el personaje con su mirada y con sus silencios en su limitada estatura.
Enorme asimismo la figura del creador del personaje, McLine, cuando se enfrenta a su criatura dando pie a un excelente fraseado, "Cuando dos socios están de acuerdo en todo, es que sobra uno de los dos".
Una buena película sobre el mito del Oeste y sobre la sociedad americana. No se la pierdan.
¡Qué siga el espectáculo en Disney Bill!