Gran Bretaña se asienta en Egipto desde donde controla el canal de Suez extendiendo su influencia hasta Kartun, la capital de Sudán. Estamos en 1885.
Pero allí ha surgido una figura nueva, El Mahdi, El Esperado (Olivier), dispuesto a llevar hasta El Cairo y Constantinopla la palabra del Profeta, "La bendición y la paz sean con Él". Es la guerra santa.
Tras diversos fracasos militares el gobierno británico envía al general Charles Gordon (Heston). Lo hace a regañadientes pues conoce su carácter vanidoso y los problemas de conciencia que le plantea su religiosidad, pero también su poderoso ascendiente entre los nativos que lo llaman Gordon Pachá.
Dos hombres de Dios, cada uno del suyo, frente a frente. Con respeto y admiración mutua.
Estamos ante una cinta de aventuras bastante fiel a la historia. Dotada de un buen guion que alterna escenas parlamentarias y del gobierno de Londres con otras en el desierto o en el Nilo. Desde hace milenios allí está el origen de todo, "No es posible vivir junto a este río sin preocupaciones de eternidad".
Excelente también la realización que centra su atención en los dos principales protagonistas. Sus entrevistas, sus diálogos. "¿Por qué han de recordarte en el futuro si ya te han olvidado?" exclamará El Mahdi ante la soledad de Gordon. Dos poderosos personajes.
Al fondo cientos y cientos de extras perfectamente vestidos y pertrechados dan monumentalidad a la película con ayuda de una cuidada ambientación.
Y el desierto. Dos camellos que se mueven en medio de la inmensidad recuerdan a "Lawrence de Arabia", lo mismo que las cargas de la caballería, las luchas cuerpo a cuerpo o los asaltos al fortín.
Una buena película, un clásico del cine de aventuras hecho con gran rigor histórico. No se la pierdan.