Cantinflas médico del corazón, o con corazón. No precisamente un cardiólogo.
Y es que el Doctor Salvador Medina o Dr. Chaba (Moreno) lleva 15 años ejerciendo como médico generalista en una pequeña localidad mexicana, “Médico, cirujano y partero. Se aplican inyecciones a domicilio” dice la placa de su consulta. A estas alturas nota que precisa actualizar sus conocimientos pasando una temporada en alguno de los grandes hospitales de la capital.
Conoce lo anquilosado de sus conocimientos después de tanto tiempo recetando bicarbonato, parches porosos, ventosas o chiquiadores. Como cirujano no ha hecho otra cosa que curar chipotes o chichones de chamacos, borracheras, piquetes o picaduras de alacrán, “recibir a la cigüeña” o sacar muelas.
El Instituto médico de la Seguridad social (IMSS) es el centro asignado para su reciclaje bajo la dirección del severo Dr. Villanueva. No tarda éste en comprobar lo atrasado de los conocimientos del Dr. Medina que desconoce incluso la radiología, “¿Cómo diagnostica entonces sin rayos X? -Pues por puro tacto, aprieta aquí, afloja allá …” Pero aprecia su voluntad para aprender.
Consciente de su ignorancia el Dr. Chaba se aplica al estudio, pero también se deja sentir pronto su beneficiosa influencia entre los pacientes. Su carácter bondadoso le lleva a acercarse y tratarlos con delicadeza y cariño.
Es importante la crítica que hace de la moderna medicina con sus sofisticadas técnicas terapéuticas y asistenciales, pero que ha olvidado el factor humano de la profesión, la necesidad de tratar a los pacientes con afecto y cariño, de conocer sus problemas personales.
La cinta resulta un melodrama con algunos toques cómicos (pocos) y musicales (jazz). No es “una de risas”, las bromas aparecen con cuentagotas, el típico lenguaje cantinflesco brilla por su ausencia. En el plano cómico apenas veremos unas pocas escenas.
Se trata de una obra más bien seria, de Cantinflas, sí, pero seria. Una obra que está mucho más preocupada por humanizar la medicina, por estimular a los sanitarios al reciclaje continuo de sus conocimientos o por plantear cuestiones éticas de calado, antes que por hacer chistes o provocar risas.
El personaje cómico del Pelado siempre suele mostrar una faceta humana y sentimental muy desarrollada, pero en este caso mucho más, hasta el punto de imponerse claramente a la meramente divertida.
Estamos ante un Cantinflas más educador que cómico. Con más corazón que chistes.
Interesante.