Que de mano en mano va y ninguno se la queda. Eso precisamente es lo que le pasa al winchester 73 de la cinta. Mucho uno entre mil y todo lo que se quiera, pero en pocos días pasa por ocho manos distintas.
En realidad este fusil es el auténtico protagonista de la historia. Ganado en un concurso de tiro al blanco, nada menos que en Dodge City y con Wyatt Earp como juez de la prueba. Consigue el premio el bueno de Lin McAdam (Stewart) y queda finalista su gran enemigo Dutch Henry Brown (Duryea), que acaba robándosela para pasar sucesivamente por otras seis manos. De todas ellas nos quedamos con la adquisición que hace del arma Joe Lamont (McIntire), un traficante de armas al servicio de los indios que más parecía un Doc Holliday a quien hemos echado de menos en Dodge City. De nuevo le gana en buena lid el winchester a Dutch, pero ahora en una partida de cartas mientras por los alrededores amenazan los sioux ("El humo de los indios siempre significa lo mismo: problemas").
Excelente guión, diálogos, fotografía, paisajes, interpretación ... La parte femenina recae en Lola (Winters), cantante y pianista de saloon en fase de retirada: "No ha tenido malas costumbres, solo malas compañías". Película recomendable por todos conceptos. Como se comenta al final en frase que años más tarde escucharemos de labios del mismísimo John Wayne: "Hay cosas que un hombre tiene que hacer. Y las hace". Pues eso, a verla.