Lamentablemente poco queda en la memoria tras visionar el extenso metraje de esta superproducción hollywoodiense de turno. Ridley Scott nos sorprende con este producto sin alma cargado de tópicos y que encima confunde al espectador. Se vende como un film donde se narra el inicio de la leyenda de Robin Hood, supuestamente basado en hechos reales, pero lo que da de sí el proyecto es una mezcla de Braveheart con Gladiator sumamente aburrida y olvidable.
Aqui resulta que Robin es el adalid del pueblo inglés, unificador de pueblos, en contra del malvado y tristón rey Felipe de Francia y sus planes de invasión de las islas. Todo maquillado con un tamiz de tipismo tantas otras veces visto en películas plagadas de acción aglomerada de cientos contra cientos. La "batalla" final ya es la repanocha de susodichos tópicos.
No obstante, sigue siendo ciertamente delicioso contemplar a dos actores de la talla de William Hurt y Max von Sydow, que hasta comparten alguna escena. De todo lo demás, olvídense como un servidor. No les costará mucho.