Durante los últimos años, si hay un género que ha pegado un verdadero repunte en España, tanto en calidad como en cantidad, ese es el thriller. No tengo los suficientes dedos en las manos para enumerar los buenísimos thrillers que se han venido entregando, llegando incluso a la tesitura de que muchos ya califican al thriller español casi como un subgénero más. Pero para llegar a la excelencia ha habido que recorrer muchas millas de desierto, y la última cinta de Manuel Gómez Pereira nos evoca recuerdos de tan tortuosa travesía. “La ignorancia de la sangre” hubiera sido un correcto thriller hace quince años, e incluso alguno menos; pero hoy en día, como integrante de ese género, canta bastante.
“La ignorancia de la sangre” desprende aroma a rancia, y me duele decirlo, pero es que es la verdad. El film nos sitúa a un policia de homicidios luchando, por un lado contra el terrorismo islamista (¡toma cliché del siglo XXI!) y por otro contra dos bandas de la mafia rusa (¡toma otra vez cliché pero ahora del siglo XX!), para completar el pastel solo le ha faltado meter con calzador una banda de coreanos locos. La trama no hubiera estado mal si no fuera porque el film parece estar hecho por gente que no tiene ni idea de lo que es el thriller, si ambas subtramas se hubiesen fusionado para sacar un todo más compacto, pues ni tan mal, pero es que en la película de Manuel Gómez Pereira, una vez que finiquitan la historia de los rusos empiezan con la de los islamistas, matando por completo la intriga. “La ignorancia de la sangre” es: lenta, plana, insípida y nada estimulante. Si es que ni el hecho de volver a ver a Paz Vega haciendo cine resulta atractivo.
Otra idea que me ha venido a la mente viendo “La ignorancia de la sangre” es que, la trama del film hubiera dado para una decente serie de televisión ahora que están de moda ese tipo de productos, y es que igual era ese el lugar apropiado para esta historia basada en un libro de Robert Wilson.
En fin, “La ignorancia de la sangre” es un thriller que no da más de si, técnicamente está bien hecho pero es que en todo lo demás no hay donde agarrarse.