Fernando León de Aranoa tiene una filmografía más que interesante, es uno de los directores que ha dado un brío nuevo a la cinematografía patria y hay que reconocérselo. No sé por qué he tardado tanto tiempo en ver esta película, al verdad. Me ha pasado como con "Concursante" de Rodrigo Cortés... No sé qué me figuraba pero no me ponía a verlas. Seguramente pensaba que iban a ser dos dramones de los típicos españoles (con su punto almodovariano) y eso me quitaba un poco las ganas. Y no es que no tengan ambas películas la posibilidad de tener una lectura bastante dramática, pero es que no es su principal baza. Y eso se agradece.

La primera vez que vi la película, me quedé sorprendido en los primeros quince minutos, esa sensación de extrañeza me recordó a la que sentí al ver “Amanece que no es poco”, obviamente hasta aquí llegan las similitudes, pero ese extrañamiento de ver una situación cotidiana pero en la que algo no encaja, en la película de Rueda se lleva al máximo del absurdo, creando momentos hilarantes de puro disparatado e ilógico, que es lo que pretendía. Aquí De Aranoa, tira por el camino de la comedia quizá un poco más costumbrista con tintes sociales, en la que se critica la concepción de familia aburguesada en la que cada quién debe cumplir un rol y en la que también hace reflexionar hasta qué punto una persona adinerada que tiene una posición social puede exigir a los trabajadores una dedicación absoluta. O quizá sólo pretendía mostrar cómo los actores (el mundo del espectáculo) es capaz de todo para entretener a la burguesía o, incluso, cómo la burguesía, los adinerados, necesitan el arte, a los actores, para llenar su vida… O qué sé yo, seguramente León de Aranoa (tiene apellidos de noble, las cosas como son) no quiera decir nada de eso y esto son pajas mentales mías, pero lo que es seguro es que es una buena película con la que pasas un buen rato.