En los años 90 se realizaron thrillers de acción de todas las formas y colores, con las temáticas más variopintas y en los escenarios más insospechados: en un tren, en un autobús, en aeropuertos, surfistas ladrones... así que para ser original había que echarle mucha imaginación o mucho morro. Y eso es lo que pasa aquí. Ahora se nos cuenta la historia de un grupo de ladrones que actúa desde el cielo, tirándose en paracaídas, que pueden hacer cualquier cosa: secuestrar aviones, robar edificios...; y la historia del policía que los persigue que en una semana se convertirá en un experto saltador. Si eres capaz de pasar por el aro, te espera una hora y media de entretenimiento para desconectar el cerebro.
Lo que hace que este film supere la media de cintas de acción estrenadas directamente en vídeo son básicamente cuatro cosas: La dirección de John Badham que no es un gran director pero al menos tiene oficio; las escenas de los saltos que están bastante bien resuletas; la banda sonora de Hans Zimmer aunque no era aún el compositor que es hoy y que Wesley Snipes aún estaba en su mejor momento.