Cuatro historias para denunciar socialmente a un país, a un régimen, a sus gentes sin escrúpulos dónde las personas sólo desean vivir y tener un futuro, y no miedo y temer por lo inesperado o la locura de un personaje de segunda que ha perdido la cabeza a causa de un mal día jugando a las cartas o porqué ha visto Sálvame Deluxe con subtítulos.

Tiene la fuerza y el carisma suficiente para hacer partícipe al espectador del dolor de los protagonistas, transmite las emociones, sin llegar a escenas manipuladas y forzadas para vender más, todo fluye con naturalidad en unos de los escenarios, siempre insulsos, vacíos, secos, llenos de nada y sin futuro.

Me ha agradado y una vez más es un llamamiento social, pero son los políticos los que deben actuar, aunque la conciencia social no viene mal.