En la triología de Peter Jackson del Señor de los Anillos había algunas cosas del Señor de los Anillos. Otras no. eran más bien fanfarronadas de un empalmao que, a buen seguro, Tolkien no habría tomado en serio. En cambio, gustaba a la mayoría, a esa ingente cantidad de personas que tachaban a Tolkien de "lento", y que se saltaban los pasajes del libro principalmente descriptivos. No engaño a nadie, mi sensación cuando salí del cine tras ver la primera parte del Señor de los Anillos fue clara: decepción. Recursos inagotables empleados graciosamente, casi derrochando, pero sin corazón. Justo lo contrario de la adaptación de dibujos animados de Ralph Bakshi, ridícula y pesada en secuencias de acción, pero bastante impregnada del verdadero Tolkien en casi todo lo demás. Después del primer visionado, mi percepción de la trología de Jackson ha mejorado un poco, siendo todas las películas al menos entretenidas.

Suelto la perorata para ver que el destino era inevitable cuando se supo que Jackson, ya de oro hasta las cejas, (como Smaug en realidad), iba a ensaaaanchar "El Hobbit" mediante una trilogía, concretamente de hasta tres horas y pico por cada película. Si os parecieron pesados los últimos 50 minutos a cámara lenta de "El Retorno del Rey", ahora tendréis en la "Desolación de Smaug" más de dos horas y media de escenas de hostias, golpes, y otras cosas, en las que siempre "casi" mueren los personajes. Por supuesto, nada de lo que veréis lo escribió Tolkien, y el desfalco con la historia original se nota. De hecho, se nota mucho, porque si en algún momento brillaron realmente las películas de "El Señor de los Anillos", e incluso momentos de la primera parte de "El Hobbit", fue cuando aprovechaban fidedignamente la historia del maestro. Jackson seguirá ganando perricas, pero algunos bostezos ya empiezan a ser altos, incluso entre la sospechosamente entusiasmada crítica profesional.