¡Vuelve el héroe español! O eso rezaba el tagline al frente de un cartel con el que Segura pegaba el pistoletazo a su idilio distribuidor con Warner España... aquí hay más panoja, y se nota.
En fin, Gabino Diego se come a Santiago Segura y los bocadillos de panceta con pimientos que le prepara Paloma Cela. Paloma Cela devora a Gabino Diego. Y Tony LeBlanc devora con la nariz y los ojos al pajarín de Carolina Bona, que se comía la cámara (en la pelicula y el casting en los extras del dvd) mientras intentaba comerse un trip... ¡niños, no probéis las drogas!
Es el ciclo de la vida, supongo.
Por contra para Segura, y para bien del espectador, a Jose Luis Torrente se le colaría por primera y última vez un sidekick que acaparase más protagonismo: genial, inconmensurable, grandioso, enorme y apoteósico Gabino Diego. Y me vais a disculpar si se me ha ido un poco la mano presentándooslo, pero es que se me ha contagiado del furor como maestro de ceremonias televisivo aquí transformado en megalómano de opereta, perpetrado mesiánicamente por el, no olvidemos, actor, productor (y megalómano de andar por casa) Jose Luis Moreno, dejando guardaditos sus muñecos en un cajón y reemplazándolos por un ejército de sicarios donde asoman, entre otros, un Arturo Valls con el mismo acento que un pizzero de mi barrio o la titánica Rosanna Walls ultrarequeteposeidísima del charme embutido en cuero de la ex catwoman Julie Newmar y el la vengadora Diana Rigg como si las hubiesen puesto en nómina Auric Goldfinger y las reclutasen para ingresar a filas del Pussy Galore's Flying Circus. Otra cosa es que los galones de trekkie la delaten al verla hablar frente a la pantalla horizontal del yate de Spinelli a semejanza de la del Enterprise.