Es curioso que, como amante del género, estuviera enamorado de la primera media hora y cuando todo empezó a explotar y a enseñar bichos me aburriera como nunca. Es una pena que piense que hubiera preferido una película de niños que se dedican a grabar su propia película a cómo al final ha quedado. Su encanto ochentero que recuerda a ET o a Exploradores acaba por desinflarse y convertirse en "una más".

Ciencia ficción para todos los públicos con violencia moderada. Al contrario de lo que todo el mundo critica de Super 8, yo voy a decir que me hubiera gustado incluso todavía más infantil. Infantil en un sentido más mágico, más emotivo y más aventuresco. Super 8 es una película que lo tenía todo para encantarme pero que al final no me gustó tanto. Es como si J.J. Abrams tuviera unos asesores magníficos (Spielberg) pero, a la hora de la verdad, cuando le tocaba a él pringarse, le saliera una especie de novatillo que no sabe muy bien como gestionar esta magia.

La seguridad de que a los protagonistas no les va a pasar nunca nada por el tabú del cine con los niños es absolutamente incompatible con presentar una película de acción y destrucción tan ambiciosa como la última parte de Super 8. Jamás temerás por ellos, por lo que el clímax es bastante insulso. Únicamente la parte de la reconstrucción supone un bonito espectáculo, pero poco más que decir.