Los hechos fortuitos siempre han sido un recurso altamente efectivo que el cine ha explotado en su medida para entregar obras maestras como "El orfanato" (2007) o bien de reclamo para tramas mal desarrolladas tipo "A la deriva" (2006).

Andi Baiz es consciente del material que tenía en sus manos. Una historia mil veces vista pero con un giro de guión potente. Una sorpresa que de ser destripada hace aguas a la cinta.
Desapariciones, infidelidades y traiciones en una mansión colombiana es el telón de fondo de este interesante thriller. Podríamos estar hablando de un culebrón al uso pero nada más lejos de la realidad.

La cara oculta posee una dosis considerable de intriga en cada secuencia. El hecho de estar expuesta desde varias vertientes genera gran complicad en el espectador. Somos conocedores de lo que va a acontecer en ciertos momentos pero sin ser demasiado perspicaces también sabemos que la tuerca va a girarse en cualquier instante.
Baiz busca la tensión en cada plano y con la ayuda de la música clásica casi presente durante todo el metraje lo consigue. También busca la claustrofobia en determinadas secuencias pero aquí no acierta, a pesar de los intentos de una convincente Clara Lago.

El segundo largometraje de este director colombiano, bebe del clasicismo de Hitchcock con la omnipresencia de personajes pero no hay que ir muy lejos para hallar rasgos de cintas más actuales como la ópera prima de Guillem Morales "El habitante incierto" (2005) o "Rabia" (2009) con la que además comparte protagonista pero salvando las distancias ya que si en las mencionadas los actores estaban impecables aquí no tanto. El catalán Quim Gutiérrez patina. Su sombría pose no inquieta en ningún instante. La palma se la lleva el sector femenino. En cabeza Clara Lago en una dura interpretación que ya aventura y pide a gritos estar presente en la alfombra verde con el cartel de nominada.

Con un destacado montaje La cara oculta supone un elegante ejercicio de suspense que hace tiempo no desfilaba por nuestras pantallas.

Lo mejor: determinados planos del baño envueltos en una atrapadora banda sonora.
Lo peor: la larga espera que acontece al punto álgido de la cinta.