Un musical de aquellos de cuando el color de las pelis parecía pintado por parvulitos intentando no salirse de la línea, en el que la gente luce piñata mientras aburre al respetable público a base de cantar y bailar canciones casposas sobre amores subnormales y otras idioteces.

El guión es una mierda, las interpretaciones aún lo son más, y los decorados cantan más que el sobaco de un paleta en Julio: así que el nivel es tan deprimente como ya desde el principio uno se lo sospecha. Pero si has sido precavido, y te has liado algún cigarrito casero, las risas están aseguradas.

A destacar el vestuario y la peluquería, que te hacen creer que en algún momento dado saldrán por allí los Loco Mía. Pero no, no hay tanta suerte, y solo se ven tíos afeminados de treinta años haciendo ver que tienen diecinueve y son heteros.