No me gusta nada “La caza del Octubre rojo”, casi diría que es la antipelícula del subgénero de submarinos.

Pero como no podía ser de otra forma, es sin embargo, una de las más populares. ¿Por qué? Por su vulgaridad. Toda ella rezuma inconsistencia, inverosimilitud, macarradas y patochadas varias. Y no es extraño, tiene el mismo nivel que las novelas de ese pseudo escritor que es Tom Clancy, típico autor neocon muy mediocre, con libros de portadas horteras y lectores perfil Ronald Reagan, y con argumentos donde sus analistas de la CIA, pueden saltar desde helicópteros o ser Presidentes del Gobierno.

Necesitaría trescientos folios para explicar todas y cada una de las memeces que aparecen en la película. Desde el trabajo y recorrido del analista (ínfimo Alec Baldwin), las negociaciones del embajador ruso en Washington, la persecución por parte de la flota soviética, el tema del traidor, el misterio no aclarado de si es un submarino nuclear balístico o no, lo del sonar y la ocurrencia del soldadito negrata con el parecido al sonido al magma (¿hay heroína dentro de los submarinos norteamericanos?... de verdad, paso de llevarme desazón. Una de Steven Seagal, tipo “Alerta Máxima” está más trabajada.

Lo que pasa el mundo está lleno de flipados, y se junta el hambre y las ganas de comer, que son el Clancy con el McMierda, y la has preparado. De verdad este director todo lo convierte en un pastiche, en una caricatura...que si los policías, los submarinos, los vikingos... es un cine por y para el público sin formación. Aún “La jungla de cristal” tenía su gracia, más que nada por un personaje de la fuerza de Bruce Willis, pero en esta ni Sean Connery la salva.

“La caza del octubre rojo” es una de esas películas que divide a la población en dos; en masa por un lado y en inmensa minorías por otro, yo doy gracias de pertenecer al segundo grupo. ¿Y tú?