Año nuevo, viejo clásico. La primera entrada del año es para la revisión que ha hecho Spielberg del clásico musical creado por Leonard Bernstein, Stephen Sondheim y Arthur Laurents en 1957, y que ya fue adaptado al cine por Robert Wise y Jerome Robbins en 1961. Un sueño que se ha hecho realidad para el Rey Midas de Hollywood.

En 1957, en plena reestructuración del West Side de Nueva York, dos bandas se enfrentan por el territorio: los Jets, chavales nacidos en América pero todos ellos hijos de inmigrantes europeos, y los Sharks, puertorriqueños que acuden a la llamada del sueño americano para encontrar un futuro mejor. En medio, María y Tony, enamorados pese a provenir cada uno de un bando.

A Spielberg le rondaba por la cabeza rodar un musical allá en sus comienzos como director, en la década de las 70, y el clásico de Broadway era su preferido desde que tenía diez años. Tantos años después, por fin sus deseos han cuajado en película. Una visión más oscura, con violencia más explícita y más protagonismo de las calles, con sus escombros y derribos, entre los que la cámara se desliza como un bailarín más.

El aroma clásico del trágico amor “shakespiriano” de Romeo y Julieta rezuma por todos sus fotogramas, pero también los inútiles odios que siguen instalados en nuestras sociedades, hoy incluso con mayor fuerza, y que llevan a la sinrazón y al dolor. Me encanta el guiño que el director ha tenido con Rita Morena, la Anita de la versión de 1961, dándole un papel protagonista a sus casi 90 años.

Una buena película filmada por un creador de sueños que quizá no tenga el respaldo de la taquilla (el musical y el clasicismo de su trama quizás no enganche al público más joven) pero que acaba resultando un producto muy disfrutable en pantalla grande.

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