Un hombre tendente a meterse en líos es condenado por una serie de muertes que en realidad sólo ha provocado en defensa propia. Su vida está marcada por la rigidez de su padre, el amor por su bella novia y sus planes de futuro, y una vida sumida en el juego y las apuestas...


Walsh nos regala una muestra más de su mágica habilidad narrativa en una historia que nos presenta a un personaje sumido en un huracán trágico del que no puede salir a pesar de sus esfuerzos. Deliciosas muestras de cine de primer nivel ilustrarán a lo largo de todo el matraje los diversos trances por los que transitará el personaje y su entorno, y el duro proceso para conseguir redimirse de su sino y de la opinión determinista de las masas.

Una vez más la vida se presenta como una aventura en las manos de Walsh, inagotable vitalista. Una vez más Walsh graba imágenes en nuestro recuerdo en este caso transmitiendo un mensaje humanista: imágen de la pistola y la baraja de cartas representativas del destino trágico, intenso y bellísimo duelo entre la ventisca, una vez más los viajes ( elemento básico y representativo de la manera de entender el cine del maestro ) o la improvisada pero maravillosa boda...