Un protagonista que durante la casi totalidad de la película se dedica a lamentarse, mediante cansinos monólogos literarios, de casi todo lo que lo rodea, de la ingratitud de sus hijos, de los estragos producidos por el paso del tiempo, de las oportunidades perdidas, de su absoluta falta de inspiración para continuar con su carrera como escritor etc. Y todo en un acusado tono gris, afligido, que acaba contagiando al espectador, de tal forma que parece hasta inoportuno esbozar una sonrisa ante los vanos y escasos intentos de que la comedia que parece albergar la película tome alguna forma, por puntual que sea. La naturaleza de la mayoría de las críticas es tan exagerada, tan pedante, que parece que al personaje principal no le cabe más salida que la redención tras el castigo, que acabará dándose cuenta de su craso error. Todo trata de glosar una sencilla y añeja moraleja: no se valora lo que se tiene hasta que se pierde.

No desvelaré el final, pero incluso en su resolución es vacua (ver spoilers). En su conjunto, resulta pretenciosa y aburrida, lo único potable es la presencia de Charlotte Gainsbourg, que además tiene el personaje más consistente, el único teñido de cierta humanidad. Es muy distinta a la última (y única) que vi de este director: "Una razón brillante", que sin ser nada del otro mundo mantenía un tono más vital y se dejaba ver con cierto agrado.