Lo que más me ha gustado de la película es la manera en la que retrata los cambios en China a lo largo de buena parte del siglo XX. No se centra en enumerar los diferentes gobiernos y sus acciones, ni retrata el gran juego de poder del que el emperador Puyi era una marioneta más. Se centra en su persona, en los que vio y vivió.
Me parece de una genialidad tremenda el hecho de que en las primeras escenas, la película muestra que China en el principio del siglo XX parece que seguía atada en la Edad Media, no se aprecia apenas la influencia occidental, las instituciones milenarias de China seguían funcionando, en buena parte gracias a la mano de hierro de la Emperatriz Regente Cixi . Se aprecia la evolución cultural desde este punto, de manera imparable en la ropa de los personajes, el mobiliario ... Todo.
Una gran historia, de un niño que recorrió a la inversa el camino que tantas personas ansían recorrer. Empezó en un puesto poco menos que divino, fue una marioneta toda su vida y su forma de revelarse fue su apego a todo lo que viniera de fuera. Cuando creía que era un verdadero gobernante se encontró de nuevo con su vida controlada esta vez desde fuera, desde dónde pensaba que sólo venían cosas buenas.