Estamos hablando de una de las más sólidas películas de Dario Argento, lo que por definición nos sitúa ante una de las grandes joyas de ese género tan especial como es el Giallo, del que el maestro italiano es el verdadero artesano y el máximo estandarte.

Un crimen brutal sin sospechosos, una investigación a cargo del primer testigo principal, persecuciones, elucubraciones y dudas... todos los ingredientes que confeccionan un apasionante Giallo están aquí presentes, si a eso además le sumamos una escalofriante banda sonora (las canciones infantiles son mi perdición... ¡me ponen la carne de gallina!) y unas muertes muy logradas, brutales, rozando en ocasiones el exhibicionismo más rallando al gore... y un final con vuelta de tuerca incluido (como no podía ser de otra forma), nos encontramos con una obra cumbre del "subgénero" y una de las mejores películas del director italiano.

Ojalá volvieran a rodar películas de este tipo y no cutre-filmes hollywodienses con macarrillas y tías guapas sin carisma.