Este filme de aventuras y fantasía me hace recordar los tiempos en los que coleccionaba las figuras de He-Man y los demás personajes de la serie animada. No hablo de la original, sino de la que salió a principios de siglo. Y sí, ya sé que esta cinta vino bastantes años antes. El caso es que la tenía grabada y la veía a menudo porque me encantaba. Esas peleas entre los buenos y los malos que se parecen tanto a las vistas durante la trilogía original de Star Wars. Quizás debido a eso no fue tan aclamada. Como me molaba la espada del protagonista y el sonido musical que hacía la llave cósmica. Dolph Lundgren no me agrada lo más mínimo, pero reconozco que encaja muy bien en el papel de He-Man por su físico. Luego está Frank Langella, que hace de Skeletor, un villano inolvidable en mi opinión. Y es que es tan malvado como atemorizante. Langella sabe cómo interpretar al malo, también brilló en ese rol en La isla de las cabezas cortadas, otra película muy infravalorada. Que guapa era Chelsea Field, por cierto. Aparte, tenemos a una jovencísima Courteney Cox, la cual no era todavía la actriz que vimos en la serie de Friends y posteriormente en la saga de Scream. Los trajes y disfraces no están nada mal para la época, al igual que los efectos visuales. Es cierto que el guion resulta predecible y genérico, pero...funciona y eso es lo importante. El encanto de los 80 está muy, pero que muy presente aquí, y eso no se puede pasar por alto. Que más os puedo decir, la nostalgia es la nostalgia. Esta producción no será una gran película, ¿y qué?. Entretiene durante casi 2 horas porque tiene el poder de transmitir nostalgia.