Paul Kersey (Charles Bronson) vuelve a New York para visitar un amigo que vive en un barrio conflictivo. No han acabado los títulos de crédito, que los quillacos ya han matado al amigo de Bronson. Es a partir de ahí que empieza la orgía de sangre y testosterona en la que el protagonista se propone limpiar el barrio de maleantes, haciendo el trabajo sucio a la policía de paso.

Cómo decirlo... esta peli es un clásico. Una obra maestra del cine de acción. Un ejemplo representativo del Cine Calité yankee de la época Reagan. En este entrega, Bronson va un paso más allá: con unos consejos de Bricomanía monta trampas anti-delincuentes; recibe pistolones y lanzacohetes por correo como tú y yo recibimos libros y DVD's de Amazon; se liga a una abogada en dos minutos sin tan siquiera desearlo... el no va más.

Además, la peli aboga por soluciones poco "elegantes" en lo que respecta a materia de seguridad ciudadana, dejando entrever que la mejor opción para deshacerse de la chusma es que los vecinos se organicen, tomen las armas y contraataquen. Es por eso que este film ha sido tildado de "fascistoide" por mucha gente. No entienden nada.

Obra maestra.