Terror disfrazado de comedia absurda, con un poder del estado absolutamente opresor, donde se transcribe, literalmente, desde la conversación durante un polvo hasta los sonidos de los disparos en un asalto. Terry Gilliam presenta una sociedad hipercontroladora, con unos decorados terroríficos que evoca a Matrix, pero 20 años atrás, donde la informática es analógica (adivinanado defectos futuros, como ver películas en el puesto de trabajo a espaldas del jefe) dando pautas de conductas actuales con ingenieria de los '80. El protagonista actúa como un virus, salvando cortafuegos, robando contraseñas y luchando contra el sistema (encarnado en el samurai). Una banda sonora sencilla (diferentes arreglos de la samba "Brazil"; que da título a la película) pero que logran transformar una canción alegre en algo que llega a dar miedo y un final que deja muy mal cuerpo.
Al contrario de lo que leo por ahí, lo de Robert de Niro, NO es un cameo.