Tipica secuela, con menos medios que la primera y actores de segunda o tercera fila, se tiene que reconocer que, en su torpeza, resulta más entretenida que la primera, que era lenta y bastante más plomiza, amén de presentar unos personajes nada creíbles. Esta segunda película presenta casi todos los clichés: poli bueno solo, chica interesante, niño listo, adolescente salido, secundarios para morir en dos segundos, policias tontos, conspiración militar, etc...

El guión tiene más cosas sin explicar que las finanzas de los partidos políticos españoles, Ni sabes porque la cucaracha sigue a la chica, ni desde cuando, ni si ella es la de la primera película, ni porqué vive en un sitio tan cutre, ni porque llegan los militares a su casa... te lo puedes suponer, pero no lo explican.

El título de la crítica viene por un exceso de control de "continuidad" en las secuencias. En dos secuencias la chica sale en paños menores, y en los dos lleva la misma ropa interior, cuando entre las secuencias han pasado varios días. Así se entiende que la cucaracha la persiga siguiendo su olor ¡Que haría Torrente con sus bragas!