Quizás el Octavo Doctor fue el más injustamente maltratado de la saga del Doctor Who. Paul McGann fue el actor elegido para relanzar la serie, con capital norteamericano, en los años 90, debutando con un largometraje para televisión. Sin embargo, las cosas no fueron como se esperaba. Aunque el filme fue un éxito en Reino Unido, en los EE.UU. no llamó demasiado la atención y la serie del Doctor pasó al congelador varios años. Y cuando volvió no fue con el rostro de McGann. En este periodo de ausencia de las pantallas, McGann se prodigó como Doctor en numerosos audiolibros y fue -paradójicamente- el Doctor más longevo antes de una nueva encarnación.

Moffat le brinda a McGann ese final que no tuvo su encarnación. Se lo merecía. Se lo debía. McGann ejerce de puente entre los doctores clásicos y los modernos. Así veremos al octavo doctor en una aventura, ya enmarcada en la Guerra del Tiempo, volviendo a lugares ya conocidos de la antigua serie -el planeta de la Hermandad de las Karn- y dando paso a una nueva encarnación -al Doctor Guerrero- que será el protagonista de la película especial del 50 aniversario de la serie.
Y McGann, en los 7 minutos de los que disfruta, nos muestra qué gran Doctor ha sido y cuanto juego hubiese dado en una serie de TV. Su encarnación se acercaba más a los de la nueva etapa, al alejarse de la extravagancia de los anteriores y asumir un cierto sex-appeal y rol del aventurero más clásico. Disfruten de sus 7 minutos. Los paladearán. Y querrán más.