Esos son los sentimientos que me revocan este clásico perdurable del cine de animación para adultos. A pesar de que los años la han tratado injustamente (ese teléfono rojo es encantador pero desfasado 100 % en la época de las tablets de cuarta generación), su encanto nostálgico y su carga antibelicista siguen de lo mas vigente.
Si cambiamos los contendientes enfrentados, la época reflejada, los detalles de atrezo doméstico, su mensaje y cuantía moral siguen siendo de imperiosa visión y trasmisión para la crispada sociedad.
Por otro lado, su combinación de estilos artísticos, sus secuencias de sueños y anhelos pictóricos y su evocador estilo visual, hacen de esta cinta animada una pequeña joya a reivindicar y difundir en esta convulsa actualidad, de la que recientemente nos ha dejado Jimmy T. Murakami su exclusivo creador.
Lo mejor: la canción de los títulos de crédito. David Bowie en su mejor momento.
Lo peor: su ritmo y lentitud en ciertos momentos de la historia, pueden llegar a cansar en algunos momentos.