“Hola, me llamo William Munny, y hace años yo era uno de los más crueles pistoleros del lejano Oeste. Era un sanguinario asesino despiadado, el hijo de perra más grande que existía en todo Missouri, decían. Pero yo ya no soy así. El wiski era lo que me corrompía, pero mi esposa ha sido mi salvación, me ha curado de la bebida y de la maldad. Yo antes era débil, y maltrataba incluso a los animales cuando estaba borracho, pero mi mujer me hizo ver que estaba equivocado. Pero ahora llevo diez años sin beber y sin hacerle daño a nadie, lo cual tiene mucho mérito porque antes yo era un grandísimo hijo de perra que mataba al primero que se ponía por delante. Nadie me quería, pero ahora ya no soy así porque mi esposa me ha curado de todo atisbo de maldad. Antes hasta mis propios amigos tenían miedo de mí porque yo era un despiadado asesino sin sentimientos. Sobre todo cuando bebía wiski, porque cuando bebía wiski me convertía en un grandísimo hijo de perra y no había ser viviente que se interpusiese en mi camino. Pero ahora ya no es así, porque le tengo mucho respeto a mi esposa. Ahora soy una buena persona, ahora soy William Munny el Redundante, y trabajo como guionista en Hollywood.”

Lo que no tiene perdón es que en un guión tan intenso como el de esta película se haya tenido que caer en el recurso de la superabundancia y derroche de información repetitiva, detalle que en ocasiones se carga la naturalidad de los diálogos y la credibilidad de la situación en general. No era necesario tener que enfatizar una y otra vez la crueldad que caracterizaba a William Munny en su pasado, al igual que no era necesario hacer del biógrafo un personaje tan inconsistente.

Por lo demás: peliculón.
Echo de menos no darle una matrícula de honor a esta película.