Hace un par de días decidí revisar la que es, probablemente, la mejor entrega de la saga Harry Potter hasta la fecha, "El prisionero de Azkaban". Después de visionarla pude encontrarme con una fantasía oscura, realmente bien realizada, con algunas escenas que funcionaban bien a todos los niveles, incluyendo un complejo giro argumental resuelto con una maestría digna de elogio. Posteriormente me dispuse a ver, como preparación para esta nueva entrega, la anterior cinta dirigida por Yates, "La orden de fénix". La decepción fue inmensa. La trama no avanzaba, sólo desarrollaba hechos triviales, sin interés, para terminar con, eso sí, una sobresaliente batalla final. Pese a todo desaprovechaba un reparto asombroso, dejando una sensación agridulce y echando por tierra todas las esperanzas de que "El misterio del príncipe" fuese buena.

Tras verla no puedo hacer más que sorprenderme ante lo que ha conseguido Yates. "El misterio del príncipe" puede considerarse a primera vista el episodio de la serie más prescindible de todos, pues apenas hay elementos fantásticos y todo se centra en evolucionar (más o menos) a unos personajes que se habían mantenido invariables e inquebrantables durante cinco capítulos. Yo, que no he leído el libro (ni ninguno de los anteriores) sólo puedo aplaudir esta decisión de querer darle un tono sobrio a la historia y dejarse de tanto fuego de artificio. Radcliffe se ve forzado a interpretar, algo que hasta ahora nunca había hecho, Watson y Grint siguen aportando matices a sus personajes, y Felton ahora sí, consigue hacer de Draco una verdadera amenaza. Tenemos una evolución, parcial, de transición, hacia lo que será la hecatombe en las dos últimas entregas de la franquicia.

"El misterio del príncipe" se desarrolla a caballo entre varios géneros, saltando de uno a otro sin pudor y siendo correcta en todos ellos. Con momentos de comedia, quizá un poco infantil pero en todo momento divertida, otros más dramáticos, forzados algunas veces y sorprendentemente efectivos en otros, e incluso escenas que causan terror, verdadera angustia. El climax final, su última media hora, es sencillamente lo mejor que ha ofrecido esta saga al margen de la fantástica obra de Cuarón. La tensión acumulada en el ambiente explota y se abalanza sobre los personajes, sin concesión. Descubrimos más sobre Voldemort, poco a poco vamos adentrándonos en un verdadero misterio y sí, ahora sí, Harry Potter ha dejado de ser un niño: ya no hay conflictos de caca-culo-pedo-pis. Todo es más oscuro, adulto.

(sigue en la parte de abajo, sin contar nada de la trama)