Si queréis leer una crítica sincera, aquí está: No me he enterado de nada.
A mí me habían prometido gore y me he encontrado un culebrón venezolano con un poco de sangre.

La primera hora parece que te estás enterando de algo. El jefe de la Yakuza desaparece con un montón de dinero y su fiel amigo, un rubio oxigenado con la cara hecha un tres en raya, le busca. El rubito no se anda con tonterías y con las agujas de hacer punto de su abuela va torturando gente para ver si le cuentan algo. Hasta aquí todo bien.

Entonces aparece un moreno que lleva cuchillas en las botas y se le van de las manos (o mejor dicho de los pies) las patadas voladoras. Empieza a morir gente y tú piensas ¿Pero este quien cojones era?
Que en realidad da igual, porque tú a lo que has venido es a ver sangre.

Pero Takashi Miike quiere que te lleves un mensaje también y empieza a liarla parda con los personajes, se saca de la manga un señor petado hipnotizador creador de traumas, unos gemelos harapientos, un japonés con cara de occidental... ¿Y el rubio? Pues por ahí anda, con su traje de lentejuelas rosas.
Por otro lado, he pasado media película pensando que Ichi era el rubio oxigenado y mira, ese no es.

Ha sido como ver dos películas distintas y no acabar ninguna.

El caso es que tampoco hay tanto Gore. Explotan el recurso de la yugular modo aspersor y hay alguna escena de redondos de ternera en oferta por el suelo pero nada que no hayamos visto antes y no sé si merece la pena pasar dos horas viendo caras japonesas, para que al final no tengas ni puñetera idea de qué coño ha pasado con el jefe de la Yakuza y porqué has bostezado 304530 veces.

Vamos que si buscas emociones fuertes tú aquí te mueres... de aburrimiento.
Por cierto, sospecho que "50 sombras de Grey" podría ser un spin off de esta película. Vosotros veréis.