Película que usa un gancho que parece intriga, pero que no lo es, para narrar las miserias que hay detrás del sensacionalismo periodístico de los EEUU a mitad de los 50, cuando se volvía a resurgir, el capitalismo se hacía fuerte, y Fritz Lang, con su exquisita sensibilidad, sentía repudio por la sociedad que había quedado tras dos guerras mundiales y una que nunca llegó al deshielo, gracias a Dios.

Como crítica a la sociedad está bien, pero como entretenimiento no llega a saciar hasta el final. El bonito cuadro que se nos presenta desde el principio, se diluye a medida que vamos viendo, con un final previsible, que estalla de previsibilidad a medida que va llegando, hasta el punto de indignarnos.

A Fritz Lang no le interesaba la intriga, no sé cómo se puede tildar esta obra de semejante calificativo. Lo único que le interesaba hacer al germano era decir que, cuanto más alcohol bebas, más acorde a esa sociedad podrida eras.