Caníbal inicia con una escena melvilliana, un plano sostenido que parece un cuadro de Hopper, que se moviliza y resuelve magníficamente con un giro de cámara hacia dentro, con el objetivo mutando de una gasolinera a un coche perseguido, es un gran comienzo, que consigue meter al espectador en la mente cazadora del protagonista.

El tono sobrio, frio, casi reptiliano, del film consigue concitar todo el interés sobre la figura del protagonista, con otra soberbia interpretación de De La Torre, contenido y hasta tierno. del que vamos sabiendo cosas poco a poco.

Hay escenas brillantes, como la de la playa, como una pesadilla hipnótica. con un sentido de la gélida depredación muy logrado.

Y ya a nivel meramente subjetivo, Granada y la Carrera del Darro lucen bellas con una fotografía sobresaliente.