Qué poco se puede contar sobre una película de estas características sin destrozar sorpresas o destripar algún que otro giro argumental. En cualquier caso, sí se puede decir que “Bajocero” es un thriller que va de más a menos, quizás por comenzar bastante arriba.

Esta intrigante trama tiene un inicio desconcertante en el que un joven intenta huir de su perseguidor. La intriga es una baza que juega pronto, y así, a medida que avanza, el espectador puede intentar adivinar cuál será el siguiente paso. Con la presentación de personajes, que se hace con cierta prisa y atropello, intenta aportar algo de profundidad, y aunque no lo consiga en ese momento, arroja la luz suficiente como para seguir con atención la película.

Sin embargo, el desarrollo agota el factor sorpresa en un punto intermedio en el que la acción contenida se ha adueñado de la trama, con un policía intentando sobrevivir en un medio hostil y con los peores compañeros posibles. Una vez se va desarrollando la historia, algunas decisiones dejan bastantes dudas y uno se pregunta si cualquier decisión que se tome justificará el fin.

No es casual la elección de Gutiérrez para el papel principal teniendo en cuenta que es una garantía de éxito en pantalla. Su trabajo es aceptable, aunque por momentos da la sensación de ir con el piloto automático activado en un papel que no parece requerir mucho trabajo específico. Sólidas interpretaciones le dan la réplica, sobre todo un Calleja que interviene mucho y un Elejalde siempre convincente. Por su parte, Quílez desarrolla un buen trabajo con una dirección muy dinámica que mantiene la tensión, y creando una atmósfera enrarecida y turbia.

Lo más flojo de la película está es su desarrollo final, al que le falta fuerza y le sobran explicaciones. El argumento recurre a giros poco probables para atar los cabos sueltos y proveer de justicia subjetiva a una trama que prioriza la acción sobre una reflexión más profunda sobre la sociedad actual.