No parece casualidad que la protagonista contemporánea cocine sin parar en su apartamento situado encima de una pizzería. Pero si parece casualidad que el argumento se aleje tanto de algunos aspectos importantes de las vidas de las protagonistas para centrarse en lo que a Nora le interesa.

Quizás el problema sea que lo que a Nora no le interesa sea lo más interesante, aquello que puede tener algo que exprimir en una historia que, por no ser, no es ni mala. A veces te preguntas si el productor sabía realmente lo que iban a hacer con su dinero. Y es que con una de ellas viviendo en un aparente mundo paralelo (Streep) y la otra viviendo en dos mundos (Adams) poco se puede hacer.

Como se trata de hacer o no hacer, parece que se obrará finalmente una especie de milagro por el que ambas cruzarán sus vidas en el presente...pero a Nora parece que no le interesó, y prefirió convencernos de que la mantequilla puede ser una obra de arte.