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antonalva rating:
8
Documentary. War For many years, I have been looking for the missing picture: a photograph taken between 1975 and 1979 by the Khmer Rouge when they ruled over Cambodia...On its own, of course, an image cannot prove mass murder, but it gives us cause for thought, prompts us to meditate, to record History. I searched for it vainly in the archives, in old papers, in the country villages of Cambodia. Today I know: this image must be missing. I was not ... [+]
Language of the review:
  • es
April 19, 2014
23 of 31 users found this review helpful
Nada tan atroz como las tiranías mesiánicas y centralizadas de los comunistas más exacerbados e irredentos, cuando se trata de reeducar – sin distinción – a todas las clases medias y los profesionales liberales (llevar gafas ya es señal de ser intelectualmente sospechoso y enemigo del pueblo, del colectivismo y del futuro), mandándolos a tareas de campesinos (noble labor si se realiza con conocimiento de la tierra, de sus frutos y de los plazos que conlleva) para así completar el plan revolucionario dirigido por mentes preclaras y sabiamente adoctrinadas por la inexorabilidad de la revolución desde el conocimiento de la historia, de sus pormenores y meandros.

Lo malo es que no suelen quedar testigos molestos de aquellas infaustas experiencias que supusieron la masacre de miles (millones) de seres humanos sojuzgados por el afán colectivista y la voluntad suprema de algún iluminado timonel de rumbo fijo y alienado, de pocas y mal digeridas lecturas y muchas consignas vacuas y monstruosos eslóganes incomibles que harían palidecer de envidia a los más afanosos iletrados del partido. Estas nomenclaturas nada ilustres han adoptado lo peor de la jerarquía eclesiástica (ese saber – solo y siempre – desde arriba cómo y de qué forma salvar el alma ‘revolucionaria’ de la gente toda, del pueblo ‘entero’, pastoreado hasta entonces por el capitalismo nocivo y corrupto) para imponer la recta vía, el camino único, el sendero luminoso, la revolución para el pueblo sin el pueblo y contra el pueblo. Todo dañinamente aderezado de matanzas, campos de exterminio (llamados de reeducación): el saber señero con sangre entra y el que no se quiera enterar, que muera.

Pero en una sociedad desesperante y penosa como la española – donde todos los discursos sobre el progreso y la solidaridad y el bien social y la defensa de los trabajadores – han sido secuestrados por una tan hegemónica como inane izquierda de consignas y eslóganes que produce vergüenza ajena escuchar y que cuesta atender con atención crítica para desbrozar la carnaza de lo veraz (o verosímil)… para una sociedad así, esta película es como echarle margaritas a los cerdos, es de una esterilidad absoluta. Porque no tiene público. Los ‘progres’ no la verán (allá ellos, que todo lo saben) y los 'fachas' no suelen ir al cine y menos a ver una película camboyana. Lo dicho: aquí esta cinta no va a encontrar un público que la merezca.

Porque se trata de una excelente película, que mezcla testimonio desgarrador, documentos gráficos, figuras de madera realizados para la ocasión, metraje propagandístico, fotografías familiares, etc. para confeccionar un mosaico estremecedor, pavoroso y alucinante, el relato de la dictadura de los Jemeres Rojos visto por los ojos alucinados de un niño, que va perdiendo a toda su familia hasta que al final solo le queda como única compañía el sentido de culpa por haber sobrevivido y por no haber sabido salvar a sus seres queridos, ni escapar de ese infierno feroz. Hay películas que zozobran por no tener un público al que dirigirlas, que sepa y pueda degustarla y reconocer su gesta, su significado, su valentía. Es una pena que entre tanto superhéroe, tanto estruendo de arcas y diluvios, tanta comedia tonta, se pierda la claridad, intensidad y originalidad de esta filigrana de orfebrería. Un prodigio de sabiduría, mesura y congoja. Una joya sigilosa y sutil. Inolvidable.
antonalva
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