Un viudo contrata a un robot para que haga de niñera de sus hijos.

La única contribución de Ray Bradbury para la serie fue este episodio reflexivo y luminoso. Un drama sobre la pérdida pasado por el filtro de la ciencia ficción. El afecto que surge entre el robot adorable y esos niños constituye el motor de una entrega que especula sobre un futuro cercano donde las máquinas se hallarán plenamente incorporadas a la vida diaria. Un capítulo sentimental y dulce; los que esperen terror no lo encontrarán aquí.

La sombra de Bradbury había sobrevolado la serie desde el comienzo; para todos los escritores de ciencia ficción constituía un modelo a seguir, un referente. Serling dejó prueba de su admiración citándole en una línea de diálogo del capítulo “Will the Real Martian Please Stand Up?”. Sin embargo, la relación entre los dos no fue idílica. De lo que Bradbury escribió para “The Twilight Zone”, por razones de presupuesto, no se rodó más que esta entrega.