Max Phillips es un timador con problemas con la bebida. Su hijo Pip ha sido herido en Vietnam, y ahora su vida pende de un hilo.

La última temporada, donde se volvió a los episodios de media hora, se estrenó con esta entrega en la que Jack Klugman, quien ya había aparecido tres veces antes en la serie, dio una clase magistral de interpretación como ese padre triste que cuestiona su pasado y se halla dispuesto a realizar cualquier sacrificio, por grande que sea, para salvar a su hijo.

Serling logra sortear la trampa del sentimentalismo, apostando primero por el noir, y convocando luego a los fantasmas en un parque de atracciones, rincón abonado a “The Twilight Zone”. Dirige su mirada hacia los afectos paterno-filiales, capaces de invertir el curso dramático de los acontecimientos.

“Toda nostalgia es un fervor decaído”, escribió alguien. Nostalgia es lo que siente el protagonista: nostalgia de la infancia del hijo, nostalgia de los paseos por la feria, nostalgia de todos aquellos momentos en que fueron felices juntos y que al final son lo único que le queda.

“Cuando no estaba demasiado borracho, o cuando no estaba timando para ti, solía llevarlo al parque de atracciones”.