¿Quién no teme a la ausencia de motivación?, ¿quién no teme a la ausencia de las ganas de vivir?... una oda a la irracionalidad de lo esperado, una oda a la circunstancialidad de la vida... El guion, con sus juegos de flasbacks nos introduce en los distintos puntos de vista y la multicausalidad del tiempo, un juego de espejos que nos hace darnos cuenta que todo viene de alguna parte, que todo tiene un motivo y que todo tiene un posible arreglo, aunque el Sino no está en nuestras manos. Apreciar esos bellos momentos es lo que Hannes Holm busca con esta caricatura del protagonista, que con su reverso y anverso, con esas dos caras de la moneda, recrea nuestros sueños y nuestros miedos de una forma magistral, y que a pesar de las circunstancias la preponderancia de uno de los lados es ambigua y aleatoria. Rolf Lassgård teje de forma magistral al protagonista, su acertada expresividad y gestualidad le dan el alma a la película, siempre aderezado con unos secundarios de lujo, pequeñas joyas interpretativas que engrandecen el resultado final.