Y que los americanos pongan el grito en el cielo cuando se ve el pecho de una mujer en una película!!! Apología brutal, descarada y redundante de una violencia armamentística que roza los límites de la paranoia! Desmadre abrasivo de una desmesurada necesidad de sangre y muerte, de una extralimitación en lo permitido que acaba en insana locura. Con la sabida ocurrencia de reirse de uno mismo -antes de que lo hagan los demás al ver tu penoso estado-, este perpetuado "club del jubilado" cuenta con cameos agudos e ingeniosos, escenas cómicas sin apenas necesidad de diálogo -dado el esperpento de situación grotesca creada- y risas más o menos aceptables provenientes de unos actores que no encuentran acomodo en la gran pantalla más allá de la bufonada ridícula y, en ciertos casos, patética -hay que aprender a envejecer dignamente en la vida-. Dirigida al público fácil de contentar, que sabe lo que va a ver -producto rápido, enérgico y tumultuoso que llene mucho espacio y tiempo sin importar la digestión o las consecuencias de su más que probable indigestión- y que no necesita más que abrir los ojos y no pensar, sin muchas escaramuzas en un guión que no necesita excusas para explotar bombas y pegar tiros a doquier -sólo pocos de ellos se salvan del ridículo total-, con una excesiva presencia de actores (son muchos los desempleados por vejez indigna) que se pegan a la cola para poder subir al barco -los pegotes añadidos no necesitan ni razón de ser- es muestra evidente del depropósito direccional que ha tomado el Séptimo Arte. Con todos los respetos que merece -tiene su público, su gran taquilla y es justificada su presencia ( incluso para aquellos que, exigiendo un mínimo más de calidad, tengan el día tonto y puedan ocasionalmente desear su consumo rápido e instantáneo) pues es ley de oferta y demanda- únicamente se reprocha la demostración de una barbarie mortal, de un desparrame sangriento por todas partes y una exagerada presencia de armas -por decir algo suave- que, junto al incomprensible intento de filosofar verbalmente -una palabrería que ofende a los oídos- de Stallone y compañía hacen que sea difícil de catalogar dicho producto. Según el día que tengas y el humor que traigas te puedes reir a carcajadas o salir con tal corte de digestión que llegues a vomitar; pero sin evasivas o excusas poco creíbles pues todos sabemos que no engañan en lo que ofrecen.