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VALDEMAR rating:
3
Mystery. Drama When a group of schoolgirls from an elite Victorian finishing school embark on a Valentines day excursion to an unusual outcropping of volcanic rock, four members of the party are drawn towards the summit, where they experience powerful forces of time, nature, and eroticism, and vanish into thin air. This meticulously crafted Australian film displays a remarkable sense of eerie foreboding and lush surrealist sensibility, which have earned it a rabid cult following.  [+]
Language of the review:
  • es
August 14, 2011
81 of 123 users found this review helpful
Si te gustó Mujercitas, La casa de la pradera, Mary Poppins y los dibujos de Mi pequeño pony, ésta es tu película.

Una bonita mañana de primavera, Peter Weir se asomó a su ventana a contemplar las florecillas del jardín mientras desayunaba un té verde sujetando su taza de porcelana rococó con el meñique estirado. En ese instante, tuvo una idea. Decidió poner a hervir un repollo al vapor, echando en la cazuela unas gotitas de Anais, anais. Cuando estuvo en su punto idóneo de cochura, lo envolvió en un tapete de croché y se lanzó a la calle a buscar un productor para su proyecto.
Tras varios intentos infructuosos, al fin consiguió engañar a uno, aunque tuvo que mentirle un poquito… le aseguró que su película, aparte de repolluda, sería de intriga.

Y, efectivamente, intriga hay a raudales. Por ejemplo: Una señora sin orejas y peinada con un moño suflé que le otorga más apariencia de marcianita de Mars Attack que de ser humano lirondo, está sentada en la mesa de su despacho. En busca de alguna cosa, abre el primer cajón, y… ¿qué hay dentro?... ¿papeles?, ¿agenda?, ¿elementos de escritura?, ¿carpetas?... Pues no. La buena mujer tiene ahí dentro una colección de figuritas de porcelana blanca de esas que regalan los horteras a las señoras en las bodas. Un montón, tiene. Todo el cajón petado. Y tú, al ver esto, te preguntas ¿pa qué?... Pues ahí lo tienes: Intriga.
A lo largo de la peli hay un montón más de secuencias como esa. Una cosa inaudita.

Si algo se saca en claro de todo esto, es que el de atrezzo era un cachondo que aprovechó la situación para deshacerse de todas las chorraditas que tenía por casa, tras generaciones y generaciones de mujeres asistiendo a bodas, bautizos y comuniones.

Que no se me olvide comentar que el de la música también es un cachondo. El tío compone tres piezas:
1-Al piano. Más cursi que comer pistachos con cuchillo y tenedor. Perfectamente a juego.
2-Al sintetizador. ¿?. Aparte de sonar horrible, es que no conjunta.
3-A la ocarina. ¿? ¿? ¿?. Maravillosa melodía. Aparte de no conjuntar, tampoco, es que cada vez que suena, te descojonas.

Encuentro la película de una ridiculez insondable, salvo en un aspecto. La minuciosa reproducción de consigue Weir de la estética impresionista. Todas las secuencias de exteriores recuerdan a Renoir (el pintor). De hecho, hay un calco de Le Moulin de la Galette bastante logrado.

Y ahora, perdonar que me calle un momento.................... está pasando un cisne................................................................................................... Ya, sigo.

¿Pero cómo van a salir bien paradas las muchachas de una excursión a un peñasco en medio un monte con lo mal equipadas que van? Botines de tacón, vaporosos vestiditos de encaje, canotier, lacitos por todas partes. Si las viese el Capitán Tapioca, le pegaba un jari que se quedaba seco.
VALDEMAR
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