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Ghibliano rating:
10
7.5
15,825
Animation. Horror. Thriller. Drama
A surprisingly thoughtful analysis of the Japanese pop icon phenomenon. Mima is an ex-pop idol who was worshipped by the masses before fashion dictated otherwise. In order to salvage her career, she decides to drop music and pursue acting. A soap opera role is offered but Mima's character is less clean cut than desired. Regardless, she agrees and events take a turn for the worse. She begins to feel reality slip. She discovers ... [+]
Language of the review:
- es
August 25, 2010
189 of 196 users found this review helpful
Mima Kirigoe es una cantante j-pop que disfruta de un moderado éxito junto con otras dos chicas en el grupo vocal Cham. Sin embargo, los deseos de abrirse a nuevas experiencias le llevan a dejar la música y a desarrollar su carrera de actriz en una serie de televisión, ante la sorpresa de todos sus fans. Poco a poco, en su nueva ocupación, Mima se desprende de la imagen de "pop idol" que le acompañó, un cambio que no sienta a todos bien y por el que se ve acosada y amenazada por un antiguo fan que no perdona la traición. La propia Mima desarrolla un profundo sentimiento de culpa, y empieza a confundir la realidad con sus recuerdos y sufrir lapsos temporales, lo que le llevará a cuestionarse su propia identidad.
Con esta idea se presenta una de las películas de animación más fascinantes de la década pasada. Con una presentación caótica y confusa que juega con distintas realidades (el escenario real, las alucinaciones de Mima, las escenas de la serie de televisión), pero sin abandonar la solidez en el guión, "Perfect Blue" nos sumerge en la mente de su protagonista y va describiendo, paso a paso, cómo ésta pierde el juicio y la noción de la realidad. Sin trampas. Lo que conocemos, los escasos cabos sueltos que podemos ir atando en esta maraña son los mismos que deduce Mima. Nos perdemos cuando ella lo hace, entendemos lo que ella entiende.
La historia es agobiante. Desasosegante. Llegas a identificarte de tal manera con su protagonista y su inevitable viaje a la locura que sientes sus miedos, sus obsesiones, como si fueran tuyos. La intensidad y la crudeza de muchas de sus escenas y la emoción que transmiten cada una de ellas resulta impresionante.
Y, por si fuera poco, a la mezcla se agrega una excelente visión satírica acerca del fenómeno de las estrellas j-pop, la imagen inocente y casi infantil que venden y el público (mayoritariamente masculino) al que atraen.
Todo eso da uno de los guiones más fascinantes de la animación, una película recomendadísima para cualquiera con ganas de disfrutar de ochenta minutos de buen cine. Aunque, debido a la confusión argumental y a la extrema violencia que alcanza en algunos momentos, puede no ser del gusto de todos. De todas maneras, merece la pena el intento.
Un último apunte: a pesar de que se ha descrito como tal, "Perfect Blue" no es un thriller en el sentido correcto del término. Aquí lo importante no es la "intriga", o la explicación detrás de todo, sino que se concibe como un viaje al interior de su protagonista. Poco importa que no se entienda todo lo que ocurre, su objetivo es crear un vínculo emocional con Mima.
Sí recomiendo sin embargo verla más de una vez. No ya para entender el argumento hasta el mínimo detalle (a quien haya logrado tal cosa, le felicito, pero a mí me parece casi imposible), sino para apreciar su estructura, cómo los diferentes detalles se alimentan y crean en conjunto el inmenso caos, psicológico y emocional, que sufre Mima en sus propias carnes.
Con esta idea se presenta una de las películas de animación más fascinantes de la década pasada. Con una presentación caótica y confusa que juega con distintas realidades (el escenario real, las alucinaciones de Mima, las escenas de la serie de televisión), pero sin abandonar la solidez en el guión, "Perfect Blue" nos sumerge en la mente de su protagonista y va describiendo, paso a paso, cómo ésta pierde el juicio y la noción de la realidad. Sin trampas. Lo que conocemos, los escasos cabos sueltos que podemos ir atando en esta maraña son los mismos que deduce Mima. Nos perdemos cuando ella lo hace, entendemos lo que ella entiende.
La historia es agobiante. Desasosegante. Llegas a identificarte de tal manera con su protagonista y su inevitable viaje a la locura que sientes sus miedos, sus obsesiones, como si fueran tuyos. La intensidad y la crudeza de muchas de sus escenas y la emoción que transmiten cada una de ellas resulta impresionante.
Y, por si fuera poco, a la mezcla se agrega una excelente visión satírica acerca del fenómeno de las estrellas j-pop, la imagen inocente y casi infantil que venden y el público (mayoritariamente masculino) al que atraen.
Todo eso da uno de los guiones más fascinantes de la animación, una película recomendadísima para cualquiera con ganas de disfrutar de ochenta minutos de buen cine. Aunque, debido a la confusión argumental y a la extrema violencia que alcanza en algunos momentos, puede no ser del gusto de todos. De todas maneras, merece la pena el intento.
Un último apunte: a pesar de que se ha descrito como tal, "Perfect Blue" no es un thriller en el sentido correcto del término. Aquí lo importante no es la "intriga", o la explicación detrás de todo, sino que se concibe como un viaje al interior de su protagonista. Poco importa que no se entienda todo lo que ocurre, su objetivo es crear un vínculo emocional con Mima.
Sí recomiendo sin embargo verla más de una vez. No ya para entender el argumento hasta el mínimo detalle (a quien haya logrado tal cosa, le felicito, pero a mí me parece casi imposible), sino para apreciar su estructura, cómo los diferentes detalles se alimentan y crean en conjunto el inmenso caos, psicológico y emocional, que sufre Mima en sus propias carnes.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Y cambio de tema para hablar del verdadero motivo de esta crítica.
Mi experiencia como aficionado al cine es bastante breve. No he llegado a desarrollar inclinaciones especiales por algunos autores en detrimento de otros, al contrario, tiendo a ver de todo, muy heterogéneo, con la intención de ampliar mis inquietudes cinematográficas al mayor número de estilos posibles. Y eso unido a la falta de experiencia conduce a que no haya estrechado lazos con un director o un actor hasta el punto de admirar todo lo que hace.
Sin embargo, Satoshi Kon fue una excepción. Tal vez el único autor, junto con los de Ghibli, con el que he sentido una conexión especial, cuyo estilo me ha calado de tal forma que realmente llegué a concebirlo como algo más que un director de cine, algo así como una inspiración artística.
He pensado en muchas ocasiones en esto. Qué ocurriría si de pronto alguien a quien admiro de verdad, por lo que es y por lo que representa, desapareciera. He pensado qué debería decir, cómo transmitiría esas sensaciones...
Pero ahora que lo he vivido, me fallan las palabras. La noticia del fallecimiento de Kon me supuso un enorme mazazo, no ya por la tragedia personal (no tuve el gusto de conocerle), sino por la pérdida irreparable de una forma de hacer y concebir el cine que yo había adoptado como mía. No puedo explicar POR QUÉ llegué a este nivel de compenetración, ni quiero convertir este texto en una mera enumeración de las cualidades artísticas del autor, pero fue sin duda algo especial, al alcance de muy pocos.
Sólo puedo decir que su pérdida me ha sentado como una patada en el estómago, saber que un director con un estilo tan afín a mis gustos, que ya había demostrado todo lo que tenía que demostrar, pero contaba con un futuro prometedor para ofrecer todavía grandes obras, no podrá volver a crear, y su forma de ver el cine y sus historias quedará huérfana para siempre.
Sólo puedo entristecerme al pensar que en mi crítica a "Millennium Actress" le dediqué un homenaje esperando que su excelente carrera artística se prolongaría durante muchos años. Cruel ironía.
Sólo puedo despedirme para siempre de su obra, con la certeza de que nadie podrá sustituirle en su privilegiado -y absolutamente merecido- puesto.
Descanse en paz, maestro.
Mi experiencia como aficionado al cine es bastante breve. No he llegado a desarrollar inclinaciones especiales por algunos autores en detrimento de otros, al contrario, tiendo a ver de todo, muy heterogéneo, con la intención de ampliar mis inquietudes cinematográficas al mayor número de estilos posibles. Y eso unido a la falta de experiencia conduce a que no haya estrechado lazos con un director o un actor hasta el punto de admirar todo lo que hace.
Sin embargo, Satoshi Kon fue una excepción. Tal vez el único autor, junto con los de Ghibli, con el que he sentido una conexión especial, cuyo estilo me ha calado de tal forma que realmente llegué a concebirlo como algo más que un director de cine, algo así como una inspiración artística.
He pensado en muchas ocasiones en esto. Qué ocurriría si de pronto alguien a quien admiro de verdad, por lo que es y por lo que representa, desapareciera. He pensado qué debería decir, cómo transmitiría esas sensaciones...
Pero ahora que lo he vivido, me fallan las palabras. La noticia del fallecimiento de Kon me supuso un enorme mazazo, no ya por la tragedia personal (no tuve el gusto de conocerle), sino por la pérdida irreparable de una forma de hacer y concebir el cine que yo había adoptado como mía. No puedo explicar POR QUÉ llegué a este nivel de compenetración, ni quiero convertir este texto en una mera enumeración de las cualidades artísticas del autor, pero fue sin duda algo especial, al alcance de muy pocos.
Sólo puedo decir que su pérdida me ha sentado como una patada en el estómago, saber que un director con un estilo tan afín a mis gustos, que ya había demostrado todo lo que tenía que demostrar, pero contaba con un futuro prometedor para ofrecer todavía grandes obras, no podrá volver a crear, y su forma de ver el cine y sus historias quedará huérfana para siempre.
Sólo puedo entristecerme al pensar que en mi crítica a "Millennium Actress" le dediqué un homenaje esperando que su excelente carrera artística se prolongaría durante muchos años. Cruel ironía.
Sólo puedo despedirme para siempre de su obra, con la certeza de que nadie podrá sustituirle en su privilegiado -y absolutamente merecido- puesto.
Descanse en paz, maestro.