Con excepción de Red (2008), Lucky McKee ha hecho de la mujer su fetiche cinematográfico. Un recurso que ha explotado en la medida que su tendencia hacia el Terror le ha permitido –cualquier tipo de Terror– teniendo en May (2002) una especie de comedia negra acerca de como una chica perturbada va con su hielera rodante matando gente para cual Dr. Frankenstein hacerse del novio perfecto, Sick Girl (2005) título con el que participa en la serie Masters of horror, donde retuerce el cuento de Quiroga el Almohadón de plumas para producir la historia de una entomóloga y su amor por los insectos, The Woods (2006) de un ambiente lésbicamente sugerente (aunque poco de ello hay) sobre un colegio de señoritas dentro de un bosque maldito, y la excelente secuela de Offspring (2009), The Woman (2011) que vira por completo el aterrador matriarcado caníbal de su primera parte a un enfoque completamente diferente donde la cazadora es cazada y torturada por una familia aparentemente de una civilidad y ética intachable. La mujer protagónica, un sello inconfundible de McKee complementado de momentos tenuemente lésbicos y violentos.

Previo a este recorrido filmográfico se encuentra All Cheerleaders Die (2001), el debut de dos directores: McKee y Sivertson –quienes después trabajarían por separado, Silvertson menos productivo–, un filme de bajo presupuesto que recreaba un ataque zombi en el tan conocido mundo de las comedias americanas de adolescentes, los zombis eran las porristas. Poca comercialización tuvo. Y es en el 2013 que vuelven a reunirse, ya más maduros, pulen el guión y ofrecen una versión supongo más “fresca”. Un remake que entre lo Jennifer's Body (2009) de Kusama y The Craft (1996) de Fleming resulta una colección de clichés –las porristas, los jugadores de fútbol americano, la chica rara y marginada, la hermanita menor, etc.– facilona. Sin embargo me entretuvo y agradó en términos generales y creo que también a McKee y Sivertson, ambos deben saber que está muy lejos de sus otros filmes y aunque podría significar un retroceso gigantesco para McKee luego de The Woman lo veo como un break para divertirse un rato y recordar viejos tiempos.

Y es que finalmente es lo que es, una comedia adolescente que inicia con una impresión más oscura, alejada del factor cómico, en donde Maddy, una chica “diferente” entre la necesidad de venganza y una curiosidad sociológica decide entrar al club de porristas y hacer así el peor y último año en la escuela para Terry, el exnovio de su recién fallecida amiga y capitana de las porristas, Alexis. Aunque esto signifiqué romperle el corazón a su amiga Leena (a Leena le gusta Maddy) y enamorar a la novia de Terry, a quien desprecia y tacha de superficial, fácil e hipócrita. Sí, uno de esos enredos amorosos colegiales más o menos típicos en comedias americanas de adolescentes guapos y bellos, protagonizado por porristas tontas y deportistas patanes. Y esta oscuridad para nada inquietante pero si presente se termina con un puñetazo en el rostro del patán a la porrista.

Adiós oscuridad, venga la comicidad de la mano de la magia negra capaz de revivir a los muertos. Una segunda mitad dada a la sangre, a los CGI de pésima calidad, a lo absurdo, al sexo y a las traiciones, todo convergente en un final depurado y soso.

Una película que no hay que mirar con ganas de criticar la actuación o el guion lleno de agujeros. Si partimos de que decidimos ver una película de porristas que lleva de etiqueta “comedia de terror”, creo que está de más fijarse en eso, pero sí en los momentos divertidos que no todos son efectivos pero en general entretienen, y en lo personal, nunca me había caído tan bien la clásica rubia tonta, de hecho puedo decir que me encariñé con ese personaje y su manera tan dulce de beber leche.

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