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Lucien rating:
4
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September 24, 2011
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En mi opinión, "Vampiros en la Habana" es una película cuyo mérito radica en su lectura como texto ideológico. No nos hallamos ante un cine de animación de calidad en términos de dibujo, sonido o guión, y perdonen que discrepe. Si ponemos el cine de Padrón con la animación de la época nos daremos cuenta de que su propuesta resulta apolillada, desmañada y torpe. Y si ponemos la propuesta estética de Padrón en relación al gusto estético actual observaremos que ha envejecido mal.
Leo entre las reseñas un aplauso generalizado al sentido del humor de la cinta. A mí, personalmente, tamaña confusión de mafias, de tetas por aquí y perros dándose por culo, más me ha dado sueño que otra cosa.
Hay algo que quisiera salvar, sin embargo y es el hecho de que, si algún valor perenne tiene la cinta, es la inteligente manera en que ridiculiza las políticas capitalistas tanto de los Estados Unidos como de Europa. Las principales potencias aparecen directamente asociadas a la corrupción, a la nocturnidad y al mercantilismo. No piensen que Padrón está siguiendo con ello una clave vampírica: está haciendo cine social con inteligencia.
Pepe, el protagonista, no ha de ser concebido simplemente como una suerte de protagonista simpático sin más, sino como el ejemplo por antonomasia del "buen cubano". Con todas las reservas que podamos hacer a la propuesta programática de Padrón, debemos destacar la sutileza con la que identifica simbólicamente la luz solar, el sueño comunista y la fórmula que permite a los vampiros ver la luz del día.
Muchas más lecturas subliminales pueden establecerse a partir de dicha premisa. Lástima que una noción inteligente se convierta en apenas hora y media en una galería cargante de gritos, gente corriendo y -mal- humor.
Leo entre las reseñas un aplauso generalizado al sentido del humor de la cinta. A mí, personalmente, tamaña confusión de mafias, de tetas por aquí y perros dándose por culo, más me ha dado sueño que otra cosa.
Hay algo que quisiera salvar, sin embargo y es el hecho de que, si algún valor perenne tiene la cinta, es la inteligente manera en que ridiculiza las políticas capitalistas tanto de los Estados Unidos como de Europa. Las principales potencias aparecen directamente asociadas a la corrupción, a la nocturnidad y al mercantilismo. No piensen que Padrón está siguiendo con ello una clave vampírica: está haciendo cine social con inteligencia.
Pepe, el protagonista, no ha de ser concebido simplemente como una suerte de protagonista simpático sin más, sino como el ejemplo por antonomasia del "buen cubano". Con todas las reservas que podamos hacer a la propuesta programática de Padrón, debemos destacar la sutileza con la que identifica simbólicamente la luz solar, el sueño comunista y la fórmula que permite a los vampiros ver la luz del día.
Muchas más lecturas subliminales pueden establecerse a partir de dicha premisa. Lástima que una noción inteligente se convierta en apenas hora y media en una galería cargante de gritos, gente corriendo y -mal- humor.