Hace tiempo que ya sabemos que la crítica de prensa, sobre todo cuando habla de determinado tipo de estrenos españoles no suele ser mucho de fiar. Si ya nos dijeron que 'El rey gitano' era buena (lo que pasa es que en aquella vez como parte del plan de la campaña de marketing no resultó) es de esperar que más temprano que tarde volverán a querer vender a los espectadores (o a monos, cabras, ovejas, que más dará) otra pestilente filmación que mancilla y prostituye el término 'comedia' puesto que así se la denomina, cuando en realidad en lugar de hacer reír lo que da es vergüenza ajena.

La exageración que desde los primeros compases incide sobre el tono de la película, la rayante estupidez tanto de los gags como del argumento en sí, pero sobre todo la presencia de Julián López, abonado durante la última década al vitalicio registro de hacer el ridículo de manera muy dolorosa para el intelecto humano, convierten este proyecto en uno de los más inaguantables del año.

No obstante Carlos Librado me parece un actor interesante, al igual que Miren Ibaguren. Lo que pasa es que el primero apenas ha trabajado y a ella solo le han dado papeles cómicos en series televisivas (y películas pero que están cortadas por el mismo patrón) marcados por el histrionismo extremo, que no dejan lugar para que exprese su talento interpretativo desde la naturalidad.

Pero viendo el éxito de taquilla que ha cosechado, todo apunta a que Carlos Therón, que viene de hacer la igualmente diarréica 'Lo dejo cuando quiera' (2019) por el momento seguirá contando con el crédito necesario para continuar reforzando su figura como la de uno de los más lamentables cineastas que ha dado el cine español en los últimos años.