Al principio parece que tiene un pase, que está hasta bien. Pero luego se decanta por la manipulación emocional como la mejor herramienta. Las 'enseñanzas' son simplistas y carecen de fundamento, es como escuchar trozos de un libro de autoayuda, seleccionados al azar, que no tienen continuidad narrativa. Weinstein apuesta por la simpleza de un guión barato y endeble, de giros inconsistentes, que se percibe tanto en los personajes jóvenes (repetitivos, alelados, expuestos con pereza y carentes de una personalidad mínima) como en el excéntrico mendigo caracterizado por Joe Pesci, cuyo errático proceder se ve lastrado por un guión poco trabajado (no es necesario que se dirija a Fraser como 'Harvard' todo el rato, no es simpático ni hace gracia) que apela al sentimentalismo gratuito. El resultado final es un suplicio que invita al espectador a contemplar con moderado aburrimiento el preparado y lacrimógeno derrotero argumental.