¿Soy la única que ha disfrutado de lo lindo al ver cómo la bella Lola le da una paliza a Oscar? De verdad, este protagonista es de lo más lamentable que podremos echarnos a la cara, y más aún con el doblaje del gracioso Fernando Tejero, quien será muy buen humorista pero realmente no sé a qué viene a ponerle la voz a Will Smith. Vaya protagonista más bajo este pez Oscar, típico pardillo chulesco que va haciendo el tonto por ahí y que enamora a la chica por no sabemos qué cualidades escondidas. En una palabra: horroroso.

«El Espantatiburones» mantiene un argumento bastante fluido aunque más enfocado a adultos acomodados que a niños en proceso de aprendizaje, y con un estilo graciosete y gamberro que te chirría más de una vez. El caso es que este aborrecible Oscar quiere ser rico y famoso (¡olé!) porque está harto de su trabajo; tras una serie de situaciones como consecuencia de su innombrable estupidez, tendrá la oportunidad de cumplir su sueño, el cual no es precisamente lo que él se imagina. La historia es el mismo topicazo de siempre, con buenos propósitos inevitables como el amor y la amistad, pero donde vuelve a demostrarse que el final más feliz es hacerse empresario montando un negocio que te permita mandar sobre tus inferiores. No tengo nada en contra de los autónomos y negociantes, faltaría más, pero este culto al triunfo económico es algo que deberíamos reducir en las películas infantiles, porque a parte de ser antiestético es estresante.

Para colmo de males, encontramos una vez más esa idea de invertir los valores y desprestigiar a los líderes naturales, en este caso, los tiburones. Yo lo siento mucho, pero me ha repateado bastante el personaje de Lenny, este tiburón vegetariano, pacífico y homosexual reprimido, amigo de Oscar. A mi me resulta odioso ver cómo un pedazo de tiburón, amo de los mares, cazador perfecto y letal, renuncia a su inmenso poder y fuerza a favor de... hacerse limpia ballenas y ponerse a la mediocre altura de los peces como Oscar, que es un insulso cobardón lo mires por donde lo mires. Así, mis simpatías las tiene don Lino y su otro hijo, Frankie, cuyo final no me ha gustado nada de nada.

¿Será que soy muy cruel?