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Spain Spain · Málaga
Kaori rating:
3
Sci-Fi. Fantasy. Thriller In 1959, William Dawes Elementary School in Lexington, Massachusetts, comes up with the idea of burying a time capsule on the school grounds to be opened in 50 years time. Each of the students puts in a drawing of what they believe the future will look like. Young Lucinda Embry’s contribution is a page of numbers. In 2009, John Koestler is an astrophysics professor at MIT who is raising his son Caleb on his own after the death of his ... [+]
Language of the review:
  • es
November 11, 2012
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Primera: Nicolas Cage con cara extraña. Aseguro y afirmo que no tengo nada, absolutamente nada, en contra de este actor. De verdad de la buena. Pero en «Señales» está pésimo, sobre todo por ese rostro plastificado y esa calvicie que trata de esconder. Hombres: la calva es bella, no os hagáis injertos ni os pongáis peluquines.

Segunda: niño misterioso con sonotone. Cuando mi madre dijo, al aparecer el hijo del protagonista, que era sordo, no quisimos creerla por lo raro que nos parecía. Luego, efectivamente, le vimos el sonotone... pero es que más tarde nos cuentan que no, que no es sordo, sino que «confunde los sonidos». Sí, yo también me quedé con esa cara. ¿Tiene eso relación con los murmullos de Lucinda? De hecho, ¿importa algo? Nunca lo sabremos.

Tercera: aparecen las piedritas. Una piedras negras que vienen... no diré de dónde ni para qué por no romper el misterio y, además, porque no tengo ni puñetera idea. Yo creo que sólo están para dar ambiente, porque ni nos lo explican ni nos lo pueden explicar.

Cuarta: coincidencias increíbles. Que la caja del tiempo se abra justo unos días antes de la última fecha clave es ya para dar qué pensar, pero que encima el protagonista, John, esté siempre en medio, justo a la hora señalada, es ya mucha, mucha coincidencia. Él, claro, trata de explicárselo de alguna forma y se dice a sí mismo que «tiene que haber un motivo». Lo siento, John, no lo hay.

Quinta: la chica estúpida. Siempre tiene que haber una mujer para hacerle al héroe más dulce la aventura, pero para un papel así, mejor que no haya. Lo pido por favor. Esta señora, que debería estar acostumbrada a lo extraño o al menos tener algo de raciocinio, pierde los nervios por completo y se le ocurre una tontería tras otra. Entre ellas, irse a unas cuevas para protegerse de una explosión solar que destruiría la atmósfera. Muy razonable, desde luego.

Sexta: unos desconocidos de negro que sabemos desde el principio qué son. Pero la película disimula como puede, y casi los quieren hacer pasar por pederastas o vete tú a saber qué. Son muy pálidos y, se entiende, muy poderoso, pero, cosa increíble, se escapan y se escabullen andando muy despacito. Ojo al detalle. Imagino que para que le de tiempo al protagonista a pillarlos in fraganti y así haya guión.

Séptima: el desenlace pretencioso y vacío. Es cierto que no sabía cómo iba a terminar la película, pero nunca imaginé un final tan feo. Porque es que es feo. Vuelven a soltar la frasecilla lacrimógena de «Siempre juntos» y se dan por satisfechos con esa explicación tan moderna al origen de la vida. Pero, ¿qué pasa con los muertos? ¿Existe el alma? ¿Hay vida después de la muerte? ¿En qué consiste? ¿Por qué pasa lo que pasa? ¿Determinismo o azar? ¿Qué sentido tienen las profecías? ¿Por qué se comunican sólo con niños?

Y no pongo como señal el apellido del director porque no quiero ser mala... ¿Proyas?
Kaori
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