Reencarnación no es una película fácil. Su punto de partida es muy arriesgado, y su desarrollo roza temas polémicos que podrían dar lugar a escenas "amarillistas", que afortunadamente se resuelven con inteligencia y un punto de vista aséptico y distante.
Creo que Reencarnación, es, por encima de su argumento, el interesante y turbador viaje emocional de una mujer a la que le sucede algo inexplicable y no sabe cómo manejarlo (¿Cómo lo harían ustedes?). Se ha acusado a Jonathan Glazer, de dirigir el film con tímido pulso narrativo, casi como si titubease a la hora de escribir en coautoría el guión, y a la hora de llevar las secuencias a la pantalla. Pero yo creo que no se trata de un error. Esa supuesta torpeza enaltece la entendible torpeza de la protagonista para afrontar la situación que se le presenta. Su deambular torpe por la pantalla, se ve magnificado por los tumbos que da la película, de manera que historia, narrativa, e interpretación se fusionan en un todo que otorga coherencia al conjunto.
Otro de los defectos que se le achaca al film, es su conclusión. El hecho de que el final es tramposo, pues parece solucionarse por si solo, y todo sucede bruscamente. Pero yo creo que no hay trampa en su final.
Por otro lado, tanto la banda sonora, la fotografía, la dirección de arte y por supuesto la interpretación de Kidman (incluído el comentadísimo y magistral primer plano de 4 minutos), rubrican con gracia y autenticidad una película atípica, pero digna de ser mirada con atención, que además gana puntos en un segundo visionado. Cabe destacar también, la austera pero esmeradísima dirección de Glazer, que no usa el efectismo barato, ni la polémica para mantenerte pegado al asiento durante la hora y media que dura la cinta; lo que denota su inteligencia: sabía que tenía un tema muy potente entre manos, y no quería recargarlo, ni abusar de él. Hay una honestidad tan brutal en sus imágenes que, sin ser perfecta, Rebirth, es sin duda una película a tener en cuenta.