Sencillamente mágica.

Pocas veces una historia me hace llorar con el Alma, esa manera de llorar pura y sin espavientos, que cae una lágrima sin darte cuenta porque tu espíritu se conmueve. Solo se consigue llorar así de una manera, cuando alguien o algo te hace ver la verdadera esencia del amor al 100 por 100, mirando hacia adelante con ilusión, imaginación y sencillez, no dando importancia a los pequeños tropezones de los humanos y poniendo la confianza en lo que se siente y en lo que queremos hacer sentir.

La actuación del niño es sencillamente esencial para la película y Ricardo Darín transmite realmente lo que el personaje quiere darnos a conocer. Bebe está en un papel, que no sé si lo bordaron para ella, porque mejor no lo puede hacer. Yo quiero un Hada.

Hacia el final de la historia, todo que nos ha ido dejando en el camino se une y nos hace una explosión de sentimientos y entonces lloras con el alma.