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Jark Prongo rating:
8
6.9
2,570
Drama. Comedy
Roy Andersson's "Songs from the Second Floor" takes place in a small town, where a man named Karl burns down his own furniture store in an attempt to collect the insurance money. This sets off a chain of events in the town that transcend explanation as a chaos falls over the town inhabitants. As the town goes crazy and the streets are brought to a virtual standstill by a massive traffic jam, Karl comes to realize the absurdity and ... [+]
Language of the review:
- es
November 25, 2010
38 of 50 users found this review helpful
Es dificil hablar de una película tras haber curioseado lo escrito acerca de ella y constatar que la gente va muy desencaminada a la hora de identificar referentes y todavía peor cuando toca sacar conclusiones. Porque una cosa es la sarta de lugares comunes compartidos por estos hijos de Perogrullo a la hora de errar con los claros antecedentes, culpa mas que probable del hecho de ver ya no mucho o poco cine, sino siempre el mismo, y otra es lo grave del no ver por dónde van los tiros de esta obra francotiradora, disparos con una trayectoria clara y un objetivo visible hasta para un cegarruto medianamente avispado. Y ahí están, en lo cinematográfico (Bergman en su etapa sin payasos o actores, Buñuel, Godard y, sobre todo, los Monty Python mas radicales, críticos y destructores, influencia más que obvia al apreciar que la película se articula en torno a sketches sin mayor nexo que el parentesco familiar de algunos de los protagonistas de la película) y lo literario (Kafka, el teatro de Brecht y Beckett (sobre todo de este último, donde se espera a lo largo de toda la película a un Godot que no deja de ser el sentido del ¨nonsense¨ vital y que, por supuesto, jamás asomará el hocico) y la aplicación del dadaísmo a la vida occidental contemporanea, entendiendo la destrucción procedente del asco, la apatía, la derrota y la angustia del vivir como retroalimentador de dicha disciplina.
Aclarado esto, la película, ciertamente, es bastante atípica. Son una serie de tomas largas fijas que vendrían a ser sketches o lienzos en plena composición, con dos escenarios activos claramente diferenciados: el primer plano y el segundo. En el primero asistimos en todo momento a una crítica destructiva a la sociedad escandinava, aquella a la que consideramos más avanzada por resultar creadora de conceptos tan ilusorios como Sociedad del Bienestar (que derivó en España en el muy picaresco Calidad de Vida aka ¨compra todo lo que te digamos¨) y resulta estar tan capitalizada como el resto del mundo, sino más; en el 2º suelen aparecer elementos vivos de índole surrealista, pero entendiendo el surrealismo como fuente de crítica y no solo elemento plástico caprichoso (el perenne atasco que remite al famoso travelling crítico de Godard en Weekend, la masa como grupúsculo incapaz de mostrar piedad, solidaridad o cualquier bondad humana individual, las figuras casi supraterrenales que avanzan hacia el primer plano en el inquietante final). Y en casi todo momento 1er y 2º plano interactúan, ya sea para buscar un fin cómico, crítico, epatante o la combinación de ellos.
Aclarado esto, la película, ciertamente, es bastante atípica. Son una serie de tomas largas fijas que vendrían a ser sketches o lienzos en plena composición, con dos escenarios activos claramente diferenciados: el primer plano y el segundo. En el primero asistimos en todo momento a una crítica destructiva a la sociedad escandinava, aquella a la que consideramos más avanzada por resultar creadora de conceptos tan ilusorios como Sociedad del Bienestar (que derivó en España en el muy picaresco Calidad de Vida aka ¨compra todo lo que te digamos¨) y resulta estar tan capitalizada como el resto del mundo, sino más; en el 2º suelen aparecer elementos vivos de índole surrealista, pero entendiendo el surrealismo como fuente de crítica y no solo elemento plástico caprichoso (el perenne atasco que remite al famoso travelling crítico de Godard en Weekend, la masa como grupúsculo incapaz de mostrar piedad, solidaridad o cualquier bondad humana individual, las figuras casi supraterrenales que avanzan hacia el primer plano en el inquietante final). Y en casi todo momento 1er y 2º plano interactúan, ya sea para buscar un fin cómico, crítico, epatante o la combinación de ellos.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Y la crítica resulta, vive Dios que si. Es lógico sabiendo que el director, Roy Andersson, filma desde la experiencia que da el tener mas de 50 años y el haber trabajado prácticamente toda su vida (salvo 3 películas repartidas a lo largo de 2 décadas) al servicio de la publicidad televisiva y los infocomerciales, uno de los empleos mas asquerosos que se le pueden pasar por la cabeza a cualquiera salvo que saques el partido que ha terminado por exprimir él. Ni a Bill Hicks ni a mí nos cabe duda alguna acerca de las 2 opciones que se pueden dar en una persona tras semejante trayectoria laboral: un cretino integral merecedor de una muerte ridícula en su WC o un ser de luz pleno de cinismo, sabiduría y, sobre todo, conmiseración. Roy es el segundo supuesto, claro.
En definitiva, una película para nada fácil, incómoda de ver tanto por su nula cadencia como por lo que propone, pero que creo necesaria para el buen gobierno de toda persona de bien, pues hace algo que pocos films hacen: cuestionar la vida. Eso, señores, es tener una lucidez acojonante.
En definitiva, una película para nada fácil, incómoda de ver tanto por su nula cadencia como por lo que propone, pero que creo necesaria para el buen gobierno de toda persona de bien, pues hace algo que pocos films hacen: cuestionar la vida. Eso, señores, es tener una lucidez acojonante.